Mascarillas baratillas: suavidad extrema
Alrededor de las mascarillas hay todo un mundo, ya que sus efectos y beneficios son infinitos. Hay mascarillas hidratantes, exfoliantes, purificadoras, limpiadoras, reafirmantes, matizantes, para dar luminosidad…. Cada una de ellas se “cocina” con ingredientes diferentes, sus instrucciones de aplicación varían en pequeños detalles y muchas de ellas las podemos fabricar nosotras mismas en casa, ya que las mejores mascarillas son las que utilizan ingredientes 100% naturales que nunca provocarán reacciones adversas, como las de tipo alérgico.
Hacer tu misma una mascarilla para satisfacer las necesidades de tu piel puede ser muy sencillo, igual que su aplicación, pero deberás tener en cuenta que para una mayor eficacia, es fundamental que la piel esté previamente limpia y seca, sin impurezas y mejor si para ello utilizas agua tibia o caliente durante al menos un par de minutos, el calor del agua ayudará a abrir el poro y con ello la mascarilla penetrará más fácilmente, consiguiendo un mayor efecto. Para algunas mascarillas es incluso recomendable realizar unos baños de vapor previos, para conseguir que le poro se abra lo máximo posible, pero no es este el caso.
Para conseguir en nuestra piel una suavidad extrema y un aspecto radiante hay una mascarilla muy sencilla y muy barata: sólo vamos a necesitar una cucharada sopera o dos de yogurt natural, una cucharada sopera colmada de miel y unas gotitas de limón.
En un bol deberemos verter el yogurt, cuidando que esté a temperatura ambiente, no comentamos el error de hacerlo con el yogurt directamente de la nevera, pues el frío cerrará el poro automáticamente y la mascarilla será menos efectiva. Le añadimos la miel y removemos la mezcal con cuidado hasta que quede homogénea y sin grumos; cuando la tengamos le añadiremos 3 ó 4 gotitas de limón mientras removemos, para que el limón no corte el yogur.
Una vez que la crema esta bien mezclada, solo tenemos que aplicarla en la piel limpia y seca y dejarla actuar entre 15 y 30 minutos. Una vez pasado el tiempo deberemos retirar la mascarilla con un algodón y lavarnos la cara con agua abundante, teniendo cuidado que no nos entre en los ojos.
Esta mascarilla no es en absoluto agresiva y podremos aplicarla a diario si queremos. En invierno nos ayudará a combatir los rigores y la sequedad del frío, que da a la piel un aspecto apagado y mate y en verano nos resultará muy refrescante y mitigará los efectos del sol.
Marga G.-Chas Ocaña