El París de Amaya Arzuaga

El París de Amaya Arzuaga

Amaya Arzuaga se ha consolidado plenamente como una de nuestras diseñadoras más internacionales. Sus triunfos sobre las pasarelas más chics del mundo son ya una constante y tras su definitiva instalación en París y las exitosas presentaciones de sus últimas colecciones Prêt-á-Porter de temporada en los salones dela Embajada de España, entre la riqueza y opulencia de sus interiores y los tapices de Goya; le han valido la aprobación de la crítica internacional.

Cuando hace unos años, la crisis obligó a Amaya Arzuaga a cerrar Elipse, la factoría de toda la vida que creara su madre en Lerma, se despertó en público y critica una profunda preocupación por el futuro de una de nuestras apuestas de moda más sólidas, pero el firme asentamiento de su Atelier de París y las generosas opiniones que han vertido las publicaciones especializadas sobre sus últimos trabajos, han despejado todas y cada una de las dudas al respecto de la continuidad de su trabajo.

Amaya Arzuaga no está dispuesta a limitarse únicamente a las pasarelas, sus coqueteos con el cine, como prueba su colaboración con Pedro Almodóvar para el vestuario de Carne Trémula; el lanzamiento de líneas paralelas de moda masculina, moda joven, gafas y otros complementos y sus colecciones inspiradas en el cine, como la inspirada por Maribel Verdú, auguran una ampliación de las expectativas de A.A.

Y por si fuera poco, se ha convertido en referencia para las fashion-victims del mundo gracias a Lady Gaga, que hace ya un par de años que ha incorporado a su armario los diseños de Arzuaga, con la consiguiente popularización de la marca.

¿Estamos ante un nuevo fenómeno en la moda española? No, ya que el ascenso de Arzuaga no es algo que haya llegado a la ligera; su profundo respeto por las líneas constructivistas y las asimetrías en sus modelos, confeccionados con la sabiduría de generaciones de trabajo, son la marca de la casa que le ha llevado a ser la única firma de moda española que desfila en la Semana de la Moda de París.

Marga G.-Chas Ocaña



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