Mascotas y bebés: la llegada del recién
El momento en el que abandonamos la maternidad y nos llevamos al bebé a casa, es un “impasse” al que hay que enfrentarse sí o sí; excitación tanto en el bebé como en los padres, sumados a los nervios del cambio de situación, la responsabilidad y que todo es nuevo; llegamos a casa y nos encontramos con una mascota que lleva varios días casi sin vernos, por lo que estará sobreexcitada y que además nota un cambio al que no sabe aún muy bien como enfrentarse; de cómo actuemos y/o reaccionemos en ese momentos, dependerá una buena parte de nuestra tranquilidad en los próximos meses, ¿Cuál es la forma correcta de presentar el bebé a la mascota? No digo al contrario porque un recién nacido apenas es consciente de su entorno más allá de su madre.
Es de gran ayuda, que unos días antes, llevemos a casa ropita que haya estado en contacto con la piel del bebé, así la mascota reconocerá el olor como algo de la casa y no le producirá extrañeza, eso lo primero y lo segundo deberemos intentemos saludar a la mascota de manera lo más parecida a lo habitual posible, es decir, turnándonos con el bebé y con los saludos, pero dedicándole a la mascota el momento de atención que reclama para que no note algo “raro” y negativo que pueda asociar al bebé. Hay que darle un tiempo para que se tranquilice y una vez relajado, darle un premio para que todas sus asociaciones sean positivas.
El primer contacto es fundamental: nunca debemos ser nosotros los que acerquemos el bebé a la mascota, deberemos tener la paciencia necesaria para que sea el animal el sienta la presencia del niño y se acerque a curiosear, lo olfatee, lo mire, etc… con mucho cuidado para que no se asuste: si el niño se mueve bruscamente o llora deberemos tranquilizarlos a los dos, teniendo en cuenta que el llanto del niño puede ser un shock para un animal de oído sensible.
Lo que no debemos hacer nunca es apartar a la mascota del bebé, porque la mascota lo interpretará como que lo estamos protegiendo del recién, y lo asociará con algo peligroso, que es exactamente lo contrario de lo que queremos.
Quiero agradecer a Rafael Rodríguez el permitirme usar las inspiradoras imágenes de su página https://www.facebook.com/ComunidadVidaAnimal.
Marga G.-Chas Ocaña
