I Hate Parfum lo más “in” en perfumería.
En prácticamente todo lo que tiene que ver con la moda y la cosmética, las tendencias marcan la dirección hacia la que se mueve la industria. En cosmética, esa tendencia tiene una clarísima dirección hacia lo ecológico y natural, en detrimento de la química en los productos que tocan la piel. Y en perfumería tiene un nombre que destaca por encima de todo tipo de marcas: Christopher Brosius.
Brosius es un creativo de la perfumería contemporánea, galardonado por varias creaciones en sus anteriores proyectos, actualmente es la nariz y el cerebro de I Hate Perfume (Odio El Perfume) o lo que podríamos llamar la primera marca de perfume anti perfume.
¿Cómo se come eso? Fácil, Los odios de Christopher Brosius no van dirigidos hacia los aromas, van dirigidos hacia los perfumes populacheros, aromáticamente groseros, fabricados a base de química y mal utilizados por un público que considera el ir ahogando a los demás como parte de su encanto.
Por el contrario, Brosius ha creado su empresa buscando aromas puros, elaborados naturalmente con bases de aceites esenciales en lugar de alcoholes (por lo que no sólo no resecan la piel, sino que la hidratan) que pretenden estimular directamente esa parte del cerebro que es capaz de provocar un recuerdo o hacernos sentir sensaciones inolvidables.
Christopher Brosius ha abierto al público la más original de las perfumerías: en un antiguo garaje de de la zona industrial de Williamsburg de Brooklin, Nueva York que adquirió para ser su taller, ha acabado montando un imperio de los aromas, dedicado a la creación de esencias puras, personalizables e intercambiables y a sofisticados perfumes a base de aromas combinados con alma propia, con nombres tan sugestivos como Soaked Earth (Tierra empapada), Gathering Apples (Recogiendo manzanas) o To See a Flower (Ver una flor).
Marga G.-Chas Ocaña